miércoles, 27 de junio de 2007

Testigos de la fe

Voy conociendo alcohólicos y descubriendo que son los grandes testigos de la fe en el mundo que nos toca vivir.
De hombres rotos, destruídos, sin esperanzas (y todo lo que se quiera decir), como deshechos de esta sociedad, así considerados por muchos, reaparecen como hombres nuevos en proceso de transformación.
Y todo ello producto de algo sólo vivido por ellos en lo profundo de su ser, que no se puede explicar, ni entender. Sólo otro alcohólico le entiende perfectamente su experiencia de fe, su comunicación con El Otro, el Poderoso, el Ser Supremo, Dios.
¿Cómo entender a Abraham, el padre de la fe en la tradición judía, cristiana, musulmana? El materialista, el laicista... no lo entiende.
El que hambrea tener fe y crecer en confianza, sí lo entiende.
Y lo imposible, el viejo de Abraham le creyó a Dios. Que habría de tener descendencia, que habría de ser grande, inmensa, como las estrellas del cielo o las arenas del mar. Y Abraham le creyó... a Dios. Y Dios le reconoció esa fe. (Gn 12 y ss)
Lo imposible también creyó María, la de Nazaret. Habría de quedar embarazada por obra del Espíritu Santo. Y María le creyó... y Dios se encarnó, tomó carne humana. (Lc 1,26ss)

En secreto la escena de Dios con Abraham, con María la de Nazaret se va repitiendo a lo largo y ancho del mundo. Cualquier hombre, cualquier mujer va teniendo experiencia de la cercanía de Dios y de la necesidad de responderle con la fe.

Le creí a Dios... y me animé a consagrarme a El, esperando que El me ayudaría en la fidelidad. Y cuando más lo necesitaba vino El, no me dejó solo, pude renovar mi consagración y mi amor en exclusiva a El. Me concedió la gracia de la castidad.

El alcohólico después de un largo proceso, años, por fin descubre la posibilidad de creerle a El, de abandonarse a El, de confiar en El. Ese es el día en que un alcohólico dice "el día tal dejé de tomar, hasta el día de hoy, porque conmigo tengo el poder de Dios".

Dios y el alcohólico han hecho una alianza, que cada uno en su interior la vive. Y es que El se acomoda a cada uno. Por eso qué bien lo dice el paso 3 "como nosotros lo concebimos". Cada uno lleva a Dios en su corazón, como cada uno lo concibe, como lo ha ido conociendo en su entorno de vida, en fin como Dios a cada uno se ha ido dando a conocer y a sentir.
También el alcohólico va haciendo su propia historia con El, pues desde el paso 11 va orando y contemplando, va intimando, va creciendo en fe, en confianza, esperanza, en amor mutuo y "estuvimos dispuestos a dejar que Dios nos liberase de nuestros defectos", se declara en el paso 6. Qué historia más intima se va forjando entre los dos, El y yo, alcohólico de por vida, pero sobrio ya y para siempre con Su Poder.

Creer, confiar... he aquí lo que sin pedirlo te van regalando los alcohólicos. Tú seguramente no les regalas nada, ellos sí... Sí, yo también puedo y quiero regalarles... y empezando por mi aprecio, por mi agradecimiento ante sus enseñanzas, y unos ojos de cariño. Lo demás irá viniendo de por si...

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