jueves, 21 de junio de 2007

Encontré a los alcohólicos anónimos

Me encontré con ellos... y comencé a apreciarlos... bien queridos.
Resultó que el presidente de Juan XXIII me invitó, rezando el rosario a inicios de mayo en la casa de Victor, a acompañarle al Centro de Rehabilitación de alcohólicos en Coca el próximo jueves a las 4 pm. Y así fue.
Intervine teniendo mi momento, que no quise otra cosa que darme a conocer y hacer ver la obra de Dios en mí, sacandome de la tentación, del rumbo de mi vida, por otro muy distinto. Como esto es vital para mi, seguramente que supe expresarme, pues hablaba de lo que sabía y había experimentado en mi vida, Dios actuando en mi.
Volví la semana siguiente y la siguiente y las otras.
En mi interior trabaja la idea del futuro de aquellos muchachos. Muchachos eran, pues la mayoría no tenía 25 años. Algunos sí. Y eran 28.
Y me acordaba de un familiar, recuperado gracias al encuentro de él con los alcohólicos anónimos. Hoy es él un apóstol de ellos. Todos los fines de semana se traslada a uno de los grupos para acompañarles, testimoniar su vida, animarles.
Busqué en Internet y el mundo de los alcohólicos anónimos se abrió para mi. Encontré el LIBRO AZUL o EL GRAN LIBRO de 100 páginas, y comencé a leerlo.
Se trata del libro escrito por Bill W., el cofundador de los AA. Había dejado de beber en 1935 y en 1939 escribía "el libro", "su libro", su programa de recuperación, su experiencia religiosa.
Y descubrí a los alcohólicos, "el Señor me llevó a ellos" y comenzaron a enseñarme un montón de cosas y a renovar mi espíritu, mi fe y sobre todo mi confianza en Dios.
"Me llevó entre ellos, y usé de misericordia con ellos", escribe Francisco en su Testamento recordando el gran regalo del cielo, los leprosos, los alcohólicos para mi.
El alcoholismo es peor que la lepra, peor que el sida, es la peor de las enfermedades en el día de hoy. Y el alcohólico es un enfermo, victima de esa enfermedad, que le destruye y destruye sus seres queridos.
El alcohólico es la persona más destruída de este mundo. Al enfermo se le tiene conmiseración, lástima, y hasta se le acompaña en la enfermedad. Al alcohólico se le desprecia, se le considera un vicioso, culpable de su estado, y se termina por evitarlo, por apartarse de él. Se le abandona y se le deja solo. Y sólo se queda él y su familia.
Leí y releí su Texto Básico, así también llamado. Y un día me fui a buscar a los Alcohólicos Anónimos, con local de reunión en Coca. Fui a su presidente, y me proporcionó otro libro de ellos con el título "Alcohólicos Anónimos - Llegar a su mayoría de edad. Una breve historia de AA."
En el libro encuentro uno 3 conferencias históricas tenida en la Convención de San Luis de 1955 donde ellos creyeron que habían alcanzado su Mayoría de Edad. Esas tres conferencias tratan del tema de su escudo, recuperación, unidad, servicio. Siempre hay que volver a ellas para entrar en el espíritu de los AA.

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